sábado, 19 de mayo de 2012

ALGUNOS CONSEJOS NECESARIOS

MIS MÁS CAROS CONSEJOS PARA MIS LECTORES.
Por: Pastor Guillermo Watts
Pastor de la Iglesia Misión Bautista Cristiana en La Romana, R.D.

Una de las áreas más descuidadas en nuestra sociedad son precisamente los jóvenes, parece extraño que en una sociedad esté ocurriendo algo semejante, ya que el futuro está en los jóvenes, ellos serán los que dirigirán a la nación en la próxima generación,    ellos ocuparán los puestos directivos, ellos serán los próximos padres… van a sustituirnos en todo el sentido de la palabra.      Siendo de esta manera, los jóvenes debían ser el objeto de nuestro tiempo, cada familia debía ocupar mucho tiempo a la formación de nuestros jóvenes,  los gobiernos debían dar mucha atención a los mismos procurando que aprendan a pensar, administrarse, y sobre todo a mantener y multiplicar valores.
Lamentablemente vemos el descuido en que están sumidos los jóvenes a causa de los padres, tal vez la búsqueda incesante de dinero y superación ha hecho que algunos padres olviden la verdadera necesidad de sus hijos.     Es por esta y muchas otras razones por las que hoy continuaremos hablando a todos, pero de manera especial a los jóvenes.

1. En primer lugar,  es lamentable que los padres no acercan a sus hijos al Señor,  ellos tienen un alma inmortal que será condenada o estará por la eternidad con Cristo. 
Joven,   formas parte de una  numerosa y sumamente importante clase de la población de este país, pero ¿dónde y en qué condición se encuentra tu alma inmortal?        ¡Por desgracia!  Hacia dondequiera que miremos en busca de una respuesta, el reporte será uno y el mismo. 
Preguntemos a los fiscales y jueces de menores y observemos lo que ellos responderán. ¿Quiénes son los que más van a lugares de bebidas? ¿Quiénes componen bandas o naciones? ¿Quiénes son los que con mayor frecuencia son presos por embriaguez, desordenes, peleas, por meterse en propiedades ajenas, robos, asaltos y cosas semejantes?  ¿Quiénes llenan las prisiones y  fortalezas?   ¿Quiénes componen la clase que más incesantemente requiere vigilancia y que los ocupa más? De seguro que apuntarán todos al mismo grupo, y dirán:  “Los Jóvenes”.    Esta es la realidad de nuestro país.
Pasemos  a las clases más acomodadas y noten lo que dicen ellas.  En una familia, los hijos varones están siempre perdiendo el tiempo, la salud y el dinero en su egoísta búsqueda de placer.    En otra, los hijos no ejercen  profesión alguna y desperdician los años más preciados de sus vidas haciendo nada.   En otra, emprenderán una carrera por mero formalismo, pero sin prestar atención a sus responsabilidades.    En otra, se juntan con malas compañías,  jugando y apostando, endeudándose, y manteniendo a sus padres en una constante ansiedad.   ¡Por desgracia, la clase, los títulos, la riqueza y la educación no evitan estas cosas!    Los padres angustiados, las madres acongojadas y las hermanas afligidas podrían contarte tristes historias acerca de ellos si se supiera la verdad.    Muchas familias, con todo lo que este mundo puede ofrecer, cuenta entre sus parientes con algún nombre que nunca es mencionado,--o únicamente mencionado con pesar y vergüenza--, algún hijo, algún hermano, algún primo, algún sobrino que hace lo que quiere y es un motivo de aflicción para todos los que lo conocen. 
Es raro encontrar una familia rica que no haya tenido algún aguijón en su costado, alguna mancha en sus páginas de felicidad, alguna fuente constante de dolor y ansiedad; y, a menudo, bastante a menudo, ¿no es esta la verdadera causa?: “Los Jóvenes”.
¿Qué diremos a todo esto? Estos son hechos --hechos claros que saltan a la vista--, hechos con los que nos tropezamos por todos lados, hechos que no pueden negarse. ¡Qué espantosa realidad!  ¡Qué terrible el pensamiento de que cada vez que me encuentro con un joven, me encuentro con alguien que con mucha probabilidad es un enemigo de Dios, que camina por el ancho camino que lleva a la destrucción, no apto para el cielo!
¿Me dirás que no tengo razón?    Indudablemente que la tengo.    Pero no nos quedemos en el mal, avancemos a la cura.   Con esta pregunta lo iniciaré:    ¿Qué esfuerzo han hecho esos padres por acercar a sus hijos a Cristo en la temprana edad?   ¿Qué tiempo han dedicado los padres a las vidas, a las almas de esos hijos, en su temprana edad?   Así como un niño ingresa a maternal, a los 2 años y medio, algunos, entendemos que a esa edad pueden empezar a aprender letras.     Sabe una cosa, ¡aun antes pueden aprender de Cristo y de Dios!     Los hijos son dados por Dios y  nosotros los padres somos encomendados por Dios para guiarlos a su Creador.     Todo el esfuerzo de los padres debe estar encaminado en este sentido, incluso antes de trazarnos la meta de que sean buenos profesionales, debemos trazarnos la meta de que sean buenos cristianos.

(2) Por otra parte, la muerte y el juicio están delante de los jóvenes al igual que de los demás, y casi todos ellos parecen olvidarlo.      Joven, ahora deseo hablarte a ti de un modo directo y especial.
Joven, está establecido que mueras un día; y no importa lo fuerte o sano que estés ahora, el día de tu muerte está quizás muy cercano.  Yo veo a jóvenes enfermos al igual que a viejos.    Enterramos cuerpos jóvenes tanto como ancianos.   Sin embargo, vives como si al presente estuvieras seguro de que no vas a morir.    Se que el tema de la muerte no es un tema deseado, pero es una realidad que tenemos delante.    Dice el Señor:Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez,  y después de esto el juicio,                 (Hebreos 9:27) 
No podemos obviar esta realidad.   Sé que el deseo es escuchar de cosas bonitas, como el gran amor de Dios, pero es preciso que mencionemos lo que Dios ha establecido para todos los hombres.
¿Estás pensando que al Evangelio le prestarás atención mañana? Recuerda las palabras de Salomón: "No te jactes del día de mañana; porque no sabes que dará de sí el día" (Proverbios 27:1).    "Las cosas serias para mañana", le dijo un inconverso a uno que le advertía del peligro que se aproximaba; pero su "mañana" nunca llegó.    Mañana es el día del diablo, mas el hoy es el día de Dios.    A Satanás no le importa cuán espirituales puedan ser tus intenciones,  mientras éstas estén fijadas simplemente para "mañana".   ¡Oh, no des lugar al diablo en este asunto! Respóndele: "¡No, Satanás!  ¡Será hoy, hoy!  No todos los hombres viven para ver sus nietos y biznietos, como lo fue Jacob.   Muchos hijos mueren antes que sus padres.  David tuvo que llorar la muerte de sus dos hijos más amados;  Job perdió sus diez hijos en un sólo día.  Tu suerte puede ser la misma que la de alguno de ellos, y cuando la muerte te llame, no servirá de nada hablar de mañana; tú deberás  partir de inmediato. 
¿Estás pensando que tendrás una ocasión oportuna para prestar atención a estas cosas en el futuro?   Así pensaron Félix y los atenienses a quienes Pablo les predicó, pero esa ocasión nunca llegó.      “Pero al disertar Pablo acerca de la justicia,  del dominio propio y del juicio venidero,  Félix se espantó,  y dijo:  Ahora vete;  pero cuando tenga oportunidad te llamaré.”   (Hechos 24:25) 
     El infierno esta pavimentado de fantasías como esas.   Asegúrate de  obrar mientras puedas.    No dejes sin arreglar nada que sea eterno.  No corras ningún riesgo cuando es tu alma la que está en juego.   Créeme, la salvación de un alma no es cosa insignificante.    Todos necesitamos de "tan grande" salvación, jóvenes y viejos; todos necesitamos ser nacidos de nuevo, todos necesitamos ser lavados en la sangre de Cristo, todos necesitamos ser santificados por el Espíritu.  Bienaventurado el hombre que no deja estas cosas en la incertidumbre, sino que no descansa hasta tener el testimonio del Espíritu en su interior de que es un hijo de Dios. 
Joven, tu tiempo es corto.   Tus días no son sino de un breve periodo, una sombra, un vapor (Santiago 4:14), un cuento que es rápidamente relatado. "Los jóvenes", dice Isaías, "flaquean y caen" (Isaías 40:30).  Tu salud te puede ser arrebatada en cualquier momento: sólo se necesita una caída, una fiebre, una inflamación, un vaso sanguíneo roto, y pronto los gusanos se alimentarán de ti.    Hay un sólo paso entre ti y la muerte.    Puede que "esta noche vengan a pedirte tu alma".    Rápidamente estarás siguiendo el camino de todos en la tierra; dentro de poco tiempo te habrás ido.   Tu vida es totalmente incierta, más tu muerte y tu juicio están perfectamente asegurados.  Tú también vas a oír la trompeta del Arcángel y tendrás que presentarte ante el gran trono blanco.   Tú también deberás obedecer este llamado: "Levantaos, muertos, y venid a juicio".   " Ciertamente vengo en breve. Amén;  sí,  ven,  Señor Jesús." (Apocalipsis 22:20),       es el lenguaje del Juez Mismo.     “Y el mar entregó los muertos que había en él;  y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos;  y fueron juzgados cada uno según sus obras. “   (Apocalipsis 20:13)                       Yo no puedo, ni me atrevo a dejarte tranquilo, y no voy a hacerlo. 


Ojalá que penetren en tu corazón las palabras del Predicador: "Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos, pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios" (Eclesiastés  11:9).   ¡Es increíble que ante tal expectativa algún hombre pueda ser descuidado e indiferente!  Ciertamente ninguno es tan loco como aquellos que están contentos de vivir sin estar preparados para morir.   Ciertamente la incredulidad de los hombres es la cosa más asombrosa del mundo.    Con razón la profecía más clara de la Biblia comienza con estas palabras: "¿Quién ha creído a nuestro anuncio?" (Isaías 53:1).      Con razón dice el Señor: "Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?" (Lucas 18:8).    Joven, temo que esto sea lo que se diga de algunos en el tribunal celestial: "Ellos no creerán."   Temo que seas sacado precipitadamente de este mundo y te despiertes para descubrir, demasiado tarde, que la muerte y el juicio son una realidad.   Temo todo esto y por es la razón por la que  hablo ahora a tu corazón. 
(3) Por otro lado, considera que el arrepentimiento es oportuno para el presente.-

Joven, no te engañes.   No pienses  que puedes vivir complaciendo tus deseos y tus placeres en la juventud,  y luego servir a Dios con facilidad en la etapa final.   Es una burla tratar con Dios y con tu alma en esa manera.    Es una terrible burla suponer que puedes darle la flor de tu juventud al mundo y al diablo para luego dejar al Rey de reyes con las sobras y migajas de tu corazón, los desechos y las sobras de tu fuerza.   Es una terrible burla, y podrás darte cuenta a tus propias expensas que tal cosa no se puede hacer. 
Yo no dudo que tú estés contando con un arrepentimiento tardío.   No sabes lo que estás haciendo.    No estás teniendo en cuenta a Dios.    El arrepentimiento y la fe son dones de Dios, dones que El a menudo niega cuando han sido ofrecidos en vano por largo tiempo.   Reconozco que nunca es demasiado tarde para el verdadero arrepentimiento, pero al mismo tiempo te advierto que raras veces el arrepentimiento tardío es verdadero.   Reconozco que un ladrón penitente se convirtió en sus últimas horas, para que ningún hombre pierda la esperanza; pero te advierto, sólo uno se convirtió, para que ningún hombre presuma.   Te acepto que está escrito, Jesús "puede salvar perpetuamente a los que por El se acercan a Dios" (Heb 7:25); pero, te advierto que también está escrito por el mismo Espíritu: "Por cuanto llamé, y no quisisteis oír... También yo me reiré en vuestra calamidad, y me burlaré cuando os viniere lo que teméis" (Proverbios 1:24,26). 
Créeme;  verás que no es cosa fácil venir a Dios cuando te plazca.   Es veraz lo que dijo un ministro con relación al pecado: "El camino del pecado es cuesta abajo; uno no puede detenerse cuando quiera."    
Se dijo de un famoso general de la antigüedad que cuando pudo haber tomado la ciudad contra la cual luchaba, no quiso; y cuando más tarde quiso hacerlo, no pudo. ¡Cuidado!, no sea que el mismo caso te suceda a ti con respecto a la vida eterna. 
¿Por qué decimos todo esto? Lo decimos a causa de la fuerza de los hábitos.   Lo decimos porque la experiencia nos dice que los corazones de las personas muy raras veces cambian si no lo hacen en  la juventud.    En verdad, raras veces las personas cambian cuando son  viejos.     Los hábitos tienen profundas raíces.    Una vez le permites al pecado desarrollarse en tu vida, no podrás expulsarlo a voluntad.    La costumbre o hábito se convierte en parte de ti mismo, y sus cadenas son cuerdas de tres dobleces que no se rompen fácilmente.    Bien dice el profeta: "¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?" (Jeremías 13:23).       Los hábitos son como piedras que ruedan cuesta abajo, mientras más lejos ruedan, más rápido e ingobernable se torna su  curso.    Los hábitos, como los árboles, se fortalecen con la edad.     Un muchacho puede torcer un roble cuando éste es un árbol joven, pero cien hombres no pueden arrancarlo de raíz cuando es un árbol adulto.       Lo mismo ocurre con los hábitos:    Mientras más viejos, más fuertes, mientras más tiempo han tomado posesión, más difícil será echarlos fuera.    Ellos crecen con nuestro crecimiento, y se fortalecen con nuestra fuerza.    Cada nuevo acto pecaminoso disminuye el temor y el remordimiento, endurece nuestros corazones, embota los filos de nuestra conciencia y aumenta nuestra malvada inclinación.  Eso sucede con el mentir, las palabras obscenas, la fornicación, el engaño, etc.
Joven, tal vez pienses que estoy insistiendo demasiado sobre este punto. Créeme, no puedes quedarte de brazos cruzados en los asuntos relacionados con tu alma.    Hábitos buenos  o malos se van fortaleciendo día a día  en tu corazón.      Cada día te vas acercando más a Dios o te vas alejando más de Él.    Por cada año que continúes sin arrepentirte, la pared divisoria entre tú y el cielo se hace más alta y más gruesa, y el abismo que ha de cruzarse, más profundo y más ancho.      ¡Oh, teme el efecto endurecedor de la práctica constante del pecado! Ahora es el tiempo ideal.    Si no buscas al Señor en tu juventud, la fuerza  de la costumbre es tal que probablemente no le busques jamás. 
Temo que esto suceda, y por ello son estas mis palabras.

(4) Una cosa más, el diablo pone especial diligencia en destruir las almas de los jóvenes, y parece como si ellos no lo supieran. 
Satanás sabe muy bien que los jóvenes formarán la próxima generación  y, por tanto,   utiliza todas sus artimañas para atraparle.   No quiero que ignores  sus maquinaciones.     Tú eres el objeto principal de sus maquinaciones. Que el Señor lo reprenda y te libre de sus manos. 
Joven, cuídate de no caer en sus trampas.    El se alegrará si logra hacerte ver  a lo malo bueno y a lo bueno malo.    El pintará, adornará y vestirá el pecado para hacerte que te enamores de él.    El deformará, desfigurará y ridiculizará la verdadera religión a fin de que te desagrade o no encuentres atractivo en ella.     El exaltará los placeres de la maldad, pero esconderá de ti el aguijón de ella, el anzuelo que tiene.    Te prometerá todo, como lo hizo con Cristo, si le sirves solamente a él.   Incluso te ayudará a seguir una apariencia de religión, si tan sólo niegas su poder.   El te dirá al principio de tu vida: "es demasiado pronto" para servir a Dios, y te dirá al final: "es demasiado tarde".  ¡Oh, no te dejes engañar! 

Prácticamente desconoces el peligro que supone para ti este enemigo de las almas, y es precisamente esta ignorancia lo que me asusta en relación con tu alma.   Aunque no lo creas, tú eres como los ciegos, que caminan en medio de trampas y al borde de precipicios; no ves los peligros que a cada lado te rodean. 
Tu enemigo es poderoso.   Es llamado "El príncipe de este mundo." (Juan 14:30).   Se opuso al Señor Jesucristo durante todo Su ministerio. Tentó a Adán y a Eva a comer del fruto prohibido y de esa manera trajo el pecado y la muerte al mundo.  Tentó incluso a David, el hombre conforme al corazón de Dios, e hizo que sus últimos días fueran llenos de sufrimiento.   Tentó aun a Pedro, el apóstol escogido, e hizo que negara a su Señor.   Su enemistad es, sin duda alguna, algo que no ha de tenerse en poco.
Tu enemigo no descansa.    El nunca duerme.   Siempre, "como león rugiente, anda alrededor buscando a quién devorar." (1 Pedro 5:8).  Está en todo momento de aquí para allá por toda la tierra, recorriendola (Job 1:7; 2:2).    Puede que tú seas descuidado con tu alma, pero él no.    El quiere tu alma para hacerla miserable, como él mismo lo es, y la tendrá si puede.    Es un enemigo que no debemos desestimar. 
Finalmente, tu enemigo es astuto.    Ha estudiado el corazón del hombre desde Adán.   Debe de conocerlo bien.   Él conoce: toda su debilidad, toda su falsedad, toda su necedad.   El tiene un gran repertorio de tentaciones efectivas para hacerle daño.   Nunca llegarás a estar en un lugar donde no te encuentre.    Vete a las ciudades, él estará allá.    Vete a un desierto, él te encontrará allí también.    Reúnete con los borrachos y parranderos, y él estará allí para estimularte más al pecado.      Escucha la predicación de la Palabra del Señor, y él estará allí para distraerte.   Su enemistad es, sin duda alguna, algo que no ha de desestimarse. 
Joven, este enemigo está trabajando arduamente para destruirte, sin importar lo poco que  guste pensar en ello.   Los jóvenes son el premio por el cual él está luchando de manera especial.    El prevé que ustedes habrán de ser las bendiciones o las maldiciones de su generación, y está haciendo todo lo posible para conseguir alojamiento en sus corazones desde ahora, de modo que puedan ayudarlo con el tiempo a promover su reino.    Bien entiende él que estropear el capullo es la manera más segura para echar a perder la flor. 
¡Oh, que tus ojos sean abiertos! ¡Oh, que tú veas lo que Satanás está tramando en contra de tu alma! Debo advertirte, con urgencia. Ya sea que oigas o no, yo no puedo, ni me atrevo, a dejarte tranquilo. 

(5) Antes de finalizar deseo aconsejarte de corazón y por el bien de tu alma.   Tengo dos hijos y como a mis hijos te hablo.
El pecado es la madre de todo pesar, y no hay pecado que haga tan desgraciado y aflija tanto al hombre como los pecados de su juventud.    Los actos necios que cometió; el tiempo que malgastó; los errores que cometió; las malas compañías que mantuvo; el daño que se hizo a sí mismo, tanto a su cuerpo como a su alma; las oportunidades de felicidad que desechó; todas estas son cosas que a menudo amargan la conciencia de un hombre viejo, arrojan melancolía y tristeza sobre el anochecer de sus días, y llenan las últimas horas de su vida de vergüenza y remordimiento.
Algunos hombres podrían contarte de su prematura pérdida de salud producto de pecados de su juventud.    La enfermedad aflige su cuerpo, y la vida es casi un fastidio.   Su fuerza muscular está tan gastada que mudar un paso es un trabajo.   El sol de su salud se ha acostado siendo aún de día, y gime al ver su carne y su cuerpo consumidos.  Créeme, esta es una copa amarga de tomar.    Cuando esto ha venido naturalmente a causa de la edad, es más consolable, pero cuando es a causa de sus propios errores que una vez se pudieron evitar, hay poco consuelo.
Otros podrían darte tristes recuentos de las consecuencias de la ociosidad.   Desperdiciaron la dorada oportunidad para aprender.     No obtuvieron sabiduría en el tiempo en que sus mentes estaban más capacitadas para recibirla y sus memorias más preparadas para retenerla.    Y ahora es demasiado tarde.    No tienen tiempo libre para sentarse y aprender.    No tienen ya más el mismo poder, aún si tuvieran el tiempo libre.   El tiempo perdido nunca puede ser redimido.     Esta también es una amarga copa que tomar.   Continuamente refiero esto a mis estudiantes.    El tiempo es irrevocable, solo transcurre sin dar marcha atrás, si es aprovechado o no, no importa, no se repite.
Otros podrían contarte los dolorosos errores en su elección, por lo que sufren durante toda su vida.   Querían hacer las cosas a su manera.   No querían aceptar consejo alguno.    Hicieron alguna amistad con alguien a quien también unieron sus vidas y fue desastrosa para su felicidad.    Ahora solo queda el lamento de las tantas veces que sus padres le aconsejaron sin éxito acerca de esa persona.
Joven, joven, yo quisiera que realmente conocieras el alivio que da una conciencia no cargada con una larga lista de pecados de la juventud.   Estas son heridas que penetran hasta lo más profundo.    Estas son las flechas que desangran el espíritu de un hombre.    Este es el hierro que penetra en el alma.   Ten misericordia de ti mismo. Busca al Señor temprano y serás librado de muchas lágrimas amargas. 
Dice David al Señor: "De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes" (Salmo 25:7). 
Pregunta  a los cristianos, y te aseguro que muchos te responderán lo mismo. "¡Oh, que pudiera vivir de nuevo los días de mi juventud!", es lo que más probablemente dirían. "¡Oh, si hubiera comenzado mi vida de una mejor manera!" "¡Oh, si no hubiera echado un fundamento tan fuerte de malos hábitos en la primavera de mi vida!".    Yo sé que muchos de los cristianos que hoy me escuchan, aquellos que no crecieron en hogares cristianos, me apoyarán en esto.     Desearían haberse convertido al Señor antes y no haber transitado por el  camino de pecar en su juventud, porque es contra esos hábitos formados en esa juventud que ahora tropiezan,   son esos pecados que no quieren ver en sus hijos, son esos pecados los que traen malos recuerdos en sus vidas.
Joven, quiero ahorrarte todas estas penas, si puedo.     El infierno mismo es conocido en verdad cuando ya es demasiado tarde.     Sé sabio a tiempo.    Lo que la juventud siembra, eso debe la vejez cosechar.   No des la época más preciosa de tu vida a aquello que no te confortará en tus últimos días.              “Sembrad para vosotros en justicia,  segad para vosotros en misericordia;  haced para vosotros barbecho;  porque es el tiempo de buscar a Jehová,  hasta que venga y os enseñe justicia.”  (Oseas 10:12)
Quizás de tu mano salga fácilmente el pecado o este se deslice con facilidad de tu lengua ahora, ahora tus palabrotas salen con toda facilidad; pero ten por seguro que el pecado y tú se encontrarán de nuevo tarde o temprano, no importa lo poco que te guste esta idea.   Las viejas heridas con frecuencia dolerán mucho tiempo después de haber sido sanadas, y sólo queda una cicatriz; así puede que ocurra con tus pecados
"La experiencia, dice un proverbio, es una escuela costosa, pero los tontos no aprenderán en ninguna otra."   Yo quiero que tú escapes de la desgracia  de aprender en esa escuela.   Yo quiero evitarte la desdicha que los pecados de la juventud acarrean con toda seguridad.    
Mi amigo, joven que me escuchas, el único que puede eficazmente guardarte del pecado es Jesucristo, en sus manos estarás seguro.    Tus luchas contra el pecado solo tendrán éxito si estás en Cristo.       Es cierto, no lo pienso negar, la labor paterna y materna juegan un papel importantísimo en tu vida, ellos tienen la oportunidad dada por Dios de guiar vidas, las vidas de sus hijos que le son entregadas por Dios cuando pueden ser orientadas por el camino correcto Y de no hacerlo darán cuenta a  Dios.    Pero si hoy escuchas estas palabras, esta es tu oportunidad de librar tu alma.    Dijo el sabio Salomón:       Acuérdate, pues, de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y se acerquen los años en que digas: No tengo en ellos placer;”   (Eclesiastés 12:1).
Deseo que tú puedas ser uno de esos jóvenes que vienen a Dios hoy.      Y son librados del pecado y la condenación.

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